Los 7 riesgos del despertar de conciencia

Hoy quería compartir un extracto del libro Un Nuevo Mundo en manos de Héroes relacionado con los riesgos de este camino del despertar de conciencia. Suelo oír o leer poco al respecto y me parece una cuestión muy importante teniendo en cuenta que carecemos de una comunidad que nos sostenga en este viaje de conciencia y coherencia. Estos 7 riesgos son de los repetitivos y sobre los cuales es importante tomar consciencia.


Este es un tema de los que suele hablarse poco en los círculos New Age, de los entornos esotérico-espirituales. Son los riesgos del buscador, del que despierta. Como hemos visto, forman parte de los retos, ya que todo reto comporta un riesgo. En este apartado vamos a ver algunos de forma más detallada.

  • Perder de vista el mundo inmediato:

Este sería el riesgo de quedarse deslumbrado por los fuegos artificiales que encontramos al explorar los entornos esotérico-espirituales. Estos fuegos artificiales pueden ser el mundo de los guías, maestros, ángeles, arcángeles y demás seres, así como el contacto con ellos directa o indirectamente. Por las canalizaciones (propias o ajenas) esperando que nos digan y que nos hablen de nuestra vida y futuro. Por el mundo de las sanaciones energéticas, el poder de las gemas, de los cristales, de las cartas, las afirmaciones, de los cuencos, los cantos, el Reiki y tantas otras técnicas y métodos de sanación. Por la visión áurica, el trabajo con los centros de energía, los chakras, las regresiones y vidas pasadas, etc., etc. En definitiva, por el amplio mundo esotérico al que, cuando uno contacta por primera vez, puede parecerle deslumbrante por lo mágico y asombroso.

Este es un mundo muy grande, y si no vamos con cuidado, puede atraparnos, o más bien, atrapar a nuestro ego. Tanto porque espera ser rescatado por otros (el Huérfano) como porque se cree alguien especial, el salvador, el elegido o algo por el estilo (la sombra del Mago). Suele llamarse el “ego inflado”. Ambos signos de necesidad de trabajo personal (emocional). Estos riesgos hacen que perdamos de vista el mundo inmediato. Si somos muy vulnerables (Inocentes) podemos incluso caer en alguna secta o involucrarnos tanto que perdamos el norte. Es algo de lo que he sido testigo en un par de ocasiones.

En una de ellas, una amiga psicóloga, altamente formada, con quien colaboré en mis tiempos de prácticas, quien cayó en un trastorno psicótico creyéndose emisaria de Dios. El contacto con ciertas sustancias enteógenas – que hoy en día se usan muy a la ligera – y con ciertos grupos, le llevó a descentrarse completamente. Terminó en el hospital, fue encontrada en su casa, con las uñas arrancadas, y otros daños, tras haber hecho alguna clase de ritual, y viendo demonios por todos lados. Es posible que el riesgo de descentrarse aumente en la medida que la persona sea más vulnerable emocionalmente, y también si tiene algún rasgo psicótico, por mínimo que sea, que puede agrandarse con ciertas experiencias e informaciones, llevando a la persona a desconectarse de la realidad.

No obstante, en mi opinión, es necesario que el Inocente entre con cierta confianza en este entorno para aprender de él. Como hemos visto, es a través del contacto como el Inocente sufre la Caída y aprende a discernir. Sólo la experiencia nos aporta el discernimiento que necesitamos para saber diferenciar lo verdadero de lo falso, las luces de las sombras. Sería una lástima perderse este mundo simplemente porque conlleva riesgos. Entrar en él con sentido crítico es importante, pero no tanto como para perderse la magia que tiene. Es un mundo a conocer de primera mano, así como de integrar; por un lado, para ampliar la visión de nosotros y de la realidad en la que vivimos, y por el otro, porque nos aporta recursos que en un momento dado podemos utilizar si necesitamos.

  • No estar presente, querer volver a casa.

Otro de los efectos de perder de vista lo inmediato es no tener raíces en el plano físico, lo cual puede comprobarse tanto a nivel psicológico como energético. Son muchos los que sienten que esta sociedad no es su casa. Son muchos los que quieren escapar (El Huérfano) esperando rescate por alguien o por un entorno espiritual determinado. Pueden refugiarse en la meditación y el mundo esotérico-espiritual. Esto nos lleva a no querer involucrarnos en el mundo, a no implicarnos en nuestra vida, a pasar por ella de puntillas, sin hacer ruido. Este no estar presente nos lleva a vivir en la mente, en una construcción fantasiosa que poco tiene que ver con lo que ocurre alrededor. A tener poco contacto con el cuerpo y las emociones. Es consecuencia, probablemente, de varias causas, entre ellas: (1) que el alma realmente no se siente de este mundo, (2) de un abandono familiar a nivel emocional que deja a la persona desamparada, huérfana, con un sentimiento de falta de pertenencia, de desarraigo. Lo cual le genera inseguridad y la percepción del mundo como amenazante.

  • Volverse emisario de Dios.

El despertar a ciertas verdades y entrar en contacto con ciertas informaciones puede llevarnos a creérnoslas tanto que queramos imponer nuestra verdad a los demás. Es fruto de un “ego inflado”, de falta de experiencia y discernimiento. Es algo que le pasa al Inocente cuando cree encontrar La Verdad. Se vuelve fanático, sea de lo que sea, y su verdad prevalece sobre la de los demás. Es como si fuese una visión dada por Dios. Dependiendo del grado en el que el Inocente se cree su propia verdad y la impone a los demás, puede ser también indicio de desconexión de la realidad, lo cual nos lleva nuevamente a rasgos psicóticos. Las claves están en la imposición, la rigidez, la falta de auto-cuestionamiento y desconexión de los demás. La falta de empatía, la capacidad para ponerse en el punto de vista del otro, también es indicativo. Aquellos que se creen excesivamente su propia verdad tienden a imponerla a los demás, no dejando espacio para el debate, la reflexión, la duda e incluso la discusión. Pueden llegar a sentirse emisarios de Dios, salvadores de la Humanidad. Es parte del riesgo del camino. De nuevo, las causas serán la falta de experiencia del Inocente y también la satisfacción de necesidades, como carencias afectivas, de reconocimiento, etc.

  • Alejarse de los demás

Como me decía una de las personas a las que entrevisté, si el viaje debe llevarnos a estar más cerca de los demás, todo lo que nos aleje debe advertirnos de que algo no está funcionando bien. La fase de la Separación del Viaje del Héroe no es este tipo de distanciamiento, es el alejamiento empático, comunicativo y relacional con los demás.

  • Perder la salud mental

Este punto ya lo hemos visto anteriormente, cuando la propia búsqueda nos desconecta de la realidad hasta tal punto que perdemos la conciencia de que estamos en un camino de búsqueda y transformación. Dejamos de tener perspectiva de nuestro propio camino.

  • La integración de las experiencias transpersonales y realizaciones

Este es el riesgo de la dificultad de integrar ciertas experiencias transpersonales en la vida cotidiana. Son muchos los que se preguntan cómo van a volver al trabajo, al día a día, tras ciertas experiencias impactantes. Estos son los despertares puntuales, esos hitos en el camino que nos iluminan con un gran destello, pero que luego, debemos integrar en nuestra propia estructura psicológica y de realidad. Forman parte de los restos del Regreso, en el Viaje del Héroe, como el Rechazo al Regreso, cuando la persona no quiere volver a su vida ordinaria tras despertares espirituales.

  • El miedo y la necesidad de controlarlo todo

Cuando nuestra vida y sus estructuras empiezan a tambalearse debido a despertares y cambios que nos trae la vida, a aquellas personas con gran necesidad de control, empiezan a sentir mucho miedo. El miedo es paralizante y se alimenta a través de la obsesión mental que quiere predecir todo lo que va a pasar. La consecuencia es la imposibilidad de soltar y dejar ir situaciones, cosas, estructuras, personas, pensamientos, emociones, lo cual les genera más sufrimiento. Se agarrotan muscularmente y se vuelven rígidas por miedo, teniendo contracturas y dolores físicos. Esta es la Segunda Noble Verdad de las enseñanzas de Buda, quien decía que la causa del sufrimiento es el apego, aparte de la ignorancia y las emociones negativas (la aversión).

El apego nos lleva a engancharnos a todo lo que nos genera seguridad. Este apego puede ser tanto a cosas como personas, a paradigmas científicos o a cosmovisiones. Este apego puede impedirnos aprovechar la oportunidad que nos brindan otras posibilidades de nuevos paradigmas. Generalmente el apego tiene que ver con la construcción de la identidad. Como veíamos en el segundo capítulo, la identidad se construye en función de la cosmovisión en la que está inmersa y el conjunto de experiencias que vive la persona. Si nuestra identidad, el quién soy depende de lo que tengo y lo que creo, si tengo miedo al cambio, no voy a permitir que lo que tengo y creo cambie, porque significaría que yo dejo de ser esa persona. Esto lo veíamos cuando hablaba de la pirámide invertida y de los niveles de identificación de la conciencia (en el segundo capítulo).

De modo que el riesgo de que el miedo se apodere de nosotros, puede impedirnos avanzar en el camino de búsqueda, o sufriendo mucho más, cuando cruzamos ciertos umbrales, o cuando la vida nos da la patada para que lo hagamos. Es cuando morimos en vida, porque no nos atrevemos a morir simbólicamente.

Estos riesgos son algunos de los más importantes, es posible que al lector se le ocurran más. Pero considero que con estos cubrimos un gran espectro de los que se puede encontrar el buscador en este despertar de conciencia.


Extracto del libro Un Nuevo Mundo en manos de Héroes (2014, pág. 534-537)
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